Entre el Orgullo y la Desesperanza Médica en la Pandemia.

Entre el Orgullo y la Desesperanza Médica en la Pandemia.

Desde el orgullo por haber obtenido un Título Profesional hasta el miedo, la depresión, la impotencia y el suicidio… pasando por la angustia, la desesperanza y la falta de contención.

Tras más de un año desde el inicio de la Pandemia COVID-19, aún nos encontramos confundidos por la contradicción entre discursos manipulados. Estos promueven comportamientos sociales alineados con intereses políticos y económicos, en contraposición al clamor urgente de la Comunidad Médica. Esta discrepancia impacta profundamente en la experiencia emocional de los profesionales médicos, su orgullo y desesperanza en la pandemia.

Esta primera línea de contacto se vio avasallada por la falta de entrenamiento, suministros y protecciones necesarias para enfrentar una amenaza casi invisible. Esto llevó a la perplejidad ante la incontrolable propagación del virus y obligó a alternar entre el arte de curar y el de simular esperanza. Se reprimió la propia impotencia ante lo desconocido.

La fortaleza y convicción iniciales se vieron eclipsadas por la decepción y el agotamiento psicofísico, dando paso a diversos síntomas. Estos incluyen angustia, ansiedad, irritabilidad, miedos, aislamiento social, conflictos domésticos, alteraciones del sueño, depresión, sentimientos de impotencia y pensamientos suicidas, reflejando la impactante experiencia emocional de los profesionales médicos en la pandemia.

El aislamiento nos confrontó con nuestros prejuicios, miedos y soledad. Todo lo que nos sucede es responsabilidad propia; las personas en nuestro entorno nos acompañan en nuestro camino por la vida actual, ni son victimarias ni víctimas.

Esta experiencia nos hizo conscientes del daño causado por la soberbia, expresada en la negación y la omnipotencia, así como por la creencia de poseer un conocimiento absoluto. Las afirmaciones como ‘el epicentro de contagios está lejos de nosotros’ o ‘el virus se desactivará en verano’ constituyen testimonios de una realidad alienante. Estas afirmaciones son exacerbadas por profesionales con acceso a medios de comunicación.

Debemos renunciar a nuestra omnipotencia cultural y aceptar que necesitamos de los demás, nuestra necesidad de su humildad, su compromiso y nuestra mutua responsabilidad.