Lic. Daniel O. Bustamante.
El síndrome Hikikomori es un término acuñado por el Dr. Tamaki Saitō (Japón – año 1998) consistente en una actitud de Aislamiento Social Agudo, cuya duración excede los 6 meses y se puede extender por el resto de la vida de la persona.
Entre sus indicadores más comunes encontramos:
• Dependencia económica crónica de sus padres.
• Aislamiento / reclusión en su cuarto o habitación en casa de sus padres.
• Adicción a Internet y televisión de Cable como único canal de comunicación con el mundo exterior.
• Rechazo a compartir situaciones cotidianas (almuerzos, cenas, etc.) con familiares y/o amigos, aún con el resto de los integrantes de la propia familia con quienes convive.
• Dificultad severa para la interacción socio laboral y emocional.
• Pérdida severa de habilidades sociales especialmente conversacionales.
• Etc.
Si bien algunos investigadores asocian esta sintomatología a las alteraciones típicas del Espectro Autista, en mi opinión constituiría un error concluir en tal diagnóstico, pues la experiencia clínica basada en Entrevistas y administración de test de diagnóstico psicológico, indica que dentro del creciente número de estos casos subyacen disposiciones emocionales depresivas y fóbicas por una parte, a la vez que para mayor complejidad las mismas no alcanzan ni cumplen con el mínimo de indicadores necesarios para un certero diagnóstico de Depresión o de Fobia.
Este conjunto sintomático de Aislamiento Social Agudo, constituye un cuadro nuevo y es una respuesta del psiquismo a la decepción, temor o pérdida de confianza en los demás, en el mundo que les rodea y en sí mismos.
El prolongado encierro en la habitación así como la aparente adicción a Internet y al cyber-espacio, deberán considerarse como una actitud de refugio en un “sitio seguro” (lo primero) y una forma de “re-establecer el contacto” con un mundo externo que necesita y anhela pero que a la vez teme y rechaza (lo segundo).
Las siguientes expresiones pertenecen a alguien que padeció y supero parcialmente este síndrome, lo que nos permite una aproximación al mundo interior de quienes presentan sintomatología Hikikomori…
“…Internet era mi vida, con los juegos en línea ocupando un lugar especial. Me permitió buscar los contactos sociales que ansiaba, y olvidar mi propia vida, y el perdedor que sentí que era. Sin Internet, parecería mucho más probable que me hubiera suicidado…”
“…no trabajé, no fui a la escuela. Cuanto más prolongaba mi situación de reclusión, más aterrado estaba de esas cosas, porque había perdido por completo mis habilidades sociales. La conversación era realmente algo que tenía que aprender de nuevo, incluso hoy en día muchas veces cuando otras personas me hablan, yo no respondo. Esto se debe a que, mientras yo estoy pensando acerca de lo que me están diciendo, ni siquiera se me ocurre decir algo a cambio. Te acostumbras a pensar, porque la mayoría de las veces no hay nadie más con quien hablar, por lo que hablar ya no es una respuesta automática…”
“…si bien veía a mis padres, nunca fui a ver al resto de la familia, ni cuando vinieron de visita ni cuando mis padres fueron a visitarla. Cuando los visitaban, me aseguraba de permanecer en mi habitación y no hacer ruido, para que mis padres fingieran que no estaba en casa (estaban avergonzados por mi falta de voluntad para ver a mi familia). Los miembros de mi familia han empezado a sentir aversión hacia mí porque nunca más me vieron…”
“…yo siempre mantuve las cortinas cerradas, porque estaba paranoico de lo que mis vecinos pudieran saber de mi persona o ser capaz de verme, y tal vez me filmen o encuentren otras maneras para humillarme. A nadie se le permitió ver mi refugio seguro…”
“…principalmente bajé las escaleras para asaltar la heladera y alacenas después de que mis padres se habían acostado. Siempre tenía hambre por la noche porque nunca bajaba a buscar comida. Lo único que comí durante el día fue la cena, junto con mis padres…”
“…permanecí despierto toda la noche y me acosté a primera hora de la mañana. Debido a mi extrema soledad, estaba las 24 horas de los 7 días de la semana ansioso y estresado. Los juegos en línea simplemente me distrajeron de esa sensación, pero cuando era hora de acostarme, tenía ataques de ansiedad. Lloraría como un loco cada mañana. Necesitaba poner sonidos, ya sea música, sonidos de la naturaleza, videos ASMR, para poder dejar de entrar en pánico y quedarme dormido. También dormía muchas horas, entre 12 y 14…”
El “cyber espacio” deviene un entorno apropiado para personas con este tipo de vulnerabilidad, ya que la sustitución de la interacción física social por la virtual “cyber- interacción”, les otorga un control más eficiente en la relación con dicho entorno a partir de la menor exposición física, a la vez que mayor cobertura y control discrecional de los tiempos de respuesta o reacción emocional.
A lo expuesto, se suma el hecho de que si bien en la práctica clínica constatamos un bajo porcentaje de este tipo de estado actitudinal ante el medio social, pero el mismo crece en proporción a los constantes desarrollos tecnológicos y de acceso masivo, por lo que frecuentemente y como contrapartida encontramos en estas personas, un elevadísimo grado de información del mundo real y sus acontecimientos, muchas veces superior al de las personas corrientes.
Es por lo hasta aquí expuesto que resulta difícil el diagnóstico clínico de Hikikomori, en virtud de que presenta síntomas muy similares a los de otros cuadro clínicos, especialmente un patrón muy consistente con aquellos cuadros en los que se encuentra afectada la Función Social.
Tal vez en coincidencia con el criterio del Dr. Saitō Tamaki, debamos aguardar un tiempo prudencial antes de considerar patológico un comportamiento que quizás no sea otra cosa que las primeras evidencias de un fenómeno social, cuyo desajuste obedezca a una forma extrema de buscar a través de las nuevas tecnologías, las respuestas y re-conexión con un mundo que en principio no entiende ni acepta y que le abruma.
3 de Octubre del 2018
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